RÍO ROJO: EXPANSIÓN MISIONERA HACIA EL NOROESTE DE CANADÁ

El Vicariato de Río Rojo había sido confiado al Obispo Provencher (más tarde conocido como San Bonifacio), extendiéndose de las Montañas Rocallosas hasta las Provincias del Alto y Bajo Canadá, y de los Estados Unidos al Océano Ártico. Solo tenía cinco sacerdotes a su disposición para trabajar y cubrir tan inmensa área. En 1843 partió a Europa en búsqueda de misioneros y se reunió con el Obispo Eugenio, quien le prometió enviarle dos sacerdotes Oblatos.

Al escribir al Padre Guigues, superior Oblato en Canadá, Eugenio le instruyó:

“Añado: juzgando la importancia de la misión propuesta por el Obispo de Juliopolis [ed. Obispo Provencher] y por tus comentarios, a instancias de ese Prelado y también conforme a las obligaciones que se tienen con él, decido que lo emprendan con los medios que están a tu alcance. Al inicio no sería un establecimiento en regla; en lugar de tres sujetos, le proporcionarías solo dos para una parte del año si no es posible de otra forma, pero no puedes exponerte al gran inconveniente de ver cancelada esa misión y perder la ventaja que tienes y haces justamente muy bien valer, de evangelizar todo el Norte de América, al servicio de las diócesis de Quebec, Montreal, Kingston y Río Rojo…”.

Consciente por completo de que los «medios a su disposición» para la evangelización y los sacramentos consistía de los sacerdotes Oblatos ya con una carga muy fuerte de trabajo en Canadá (3 en Montreal, 4 en Saguenay, 4 en Bytown y algunos escolásticos en capacitación), Eugenio continuó:

“Hay que tener algo de valentía y confianza en Dios que nos señala el camino y no nos abandonará cuando trabajamos en su nombre y para su gloria. Nuestros comienzos en todas partes donde nos establecimos han sido débiles. Aun no es posible hacerlo de otro modo. Así, repito, responde sin dudar a lo que solicita Mons. Obispo de Juliopolis y comiencen su obra, aunque sólo sea con dos sujetos, esperando más, por bondad de Dios”.

Carta al P. Bruno Guigues, superior local en Canadá, Diciembre 5, 1844, EO I núm. 50

REFLEXIÓN

“Las responsabilidades inician en los sueños”. ( William Butler Yeats)

¡La historia del mundo de la Cristiandad está conformada por la inspiración de Dios para que las personas emprendan “locas” aventuras!  Se ven resultados no esperados humanamente, al tener un discernimiento apropiado y realizado en la presencia orientadora de Dios.  José era un soñador, al igual que Pedro y Pablo, Francisco y Clara de Asís, Ignacio y María Ward, Eugenio de Mazenod y su familia misionera, solo por mencionar a algunos “soñadores”…  ¿Permito que el sueño de Dios para mi me lleve a la luz, empoderándome en la oscuridad?

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