¡LES PEDÍ HOMBRES Y ME ENVÍAN UN NIÑO!
«El P. Pierre Aubert y el hermano escolástico Alexandre Taché salieron de Lachine el 25 de junio de 1845, en compañía de dos Monjas Grises de Montreal: viajaron 2,880 km a través de lagos y ríos en un bote con seis tripulantes. Llegaron a su destino hasta el 25 de agosto, tras parar en 144 estaciones y sortear cerca de 55 rápidos. El Obispo Provencher los recibió en el banco del río y no pudo disimular su desilusión, pues en vez del grupo de misioneros que esperaba, llegaron para estar a su disposición un sacerdote y un subdiácono de 22 años, quien aparentaba ser más joven. Lamentándose, dijo: “Les pedí hombres y me envían un niño!”.
Pronto el obispo se daría cuenta de que al enviarle al Hermano Taché, a quien de inmediato ordenó diácono y luego sacerdote, la congregación le daba no a un niño, sino a un hombre en toda la extensión de la palabra, y del mayor mérito.
«El crédito por la elección corresponde al Obispo de Mazenod. Los motivos detrás de ella saltan a la vista de inmediato: el Hermano Taché era canadiense, algo que debió haber sido gratificante para el pequeño grupo de sacerdotes seculares que trabajaban con el vicario apostólico, que era el tío abuelo de Taché, Varennes de la Verandrye, quien originalmente exploró el lugar donde el joven misionero evangelizaría. Así, el sobrino nieto parecía ser el adecuado para llevar a Cristo a la región nativa del Río Rojo, llevando sus tradiciones familiares, solo que a nivel espiritual y evangélico. Aun más, se había sabido que durante su noviciado, el joven se había sentido atraído por las misiones desde su niñez y que se había unido a la comunidad Oblata desde que llegaran a Canadá, lo que confirmó la estabilidad y el celo de su vocación apostólica”.
Leflon II pp. 165-166
REFLEXIÓN
«En general, la gente juzga más por las apariencias que por la realidad. Todos tenemos ojos, pero pocos cuentan con el don de la observación”. (Nicola Macchiavelli)
Como Familia Mazenodiana, todos tenemos el don de la observación: Eugenio nos enseña a ver el mundo a través del Salvador Crucificado como medio a la vida de resurrección.
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Con ojos de laico, me viene en la mente al Mártir Esteban, siendo un joven dio todo, hasta entregar su vida por el anuncio del Evangelio, al la vida de Tache, qué desde niño soñó se misionero, Dios le dio tanta fortaleza para misionar en un país llenos de retos, porque un niño como lo expresó el Obispo, pero ese niño fuerza para afrontaste al ambiente y los nativos, solo Dios hace brotar esa fuerza.