QUE LA OBRA DE DIOS PROSIGA TRABAJANDO EN EL INTERIOR DE LOS ESPÍRITUS HASTA SU TOTAL CUMPLIMIENTO

Debemos siempre recordar que las cartas de Eugenio fueron escritas hace cerca de 200 años, en un mundo donde las percepciones eran muy diferentes a las nuestras en la actualidad.  Era la época de «extra ecclesiam nulla salus» (fuera de la Iglesia Católica Romana no hay salvación) – una actitud teológica que fue modificada por el Vaticano II, a través del concepto del ecumenismo.  Eugenio veía con tristeza la separación en Inglaterra, pues Enrique VIII había forzado a los católicos a abandonar la Iglesia.  Más aun, los católicos que permanecieron fieles tuvieron que soportar estrictas leyes anti-papistas y prejuicios de segregación.  La “Emancipación Católica” de 1829 y el Movimiento Oxford promovieron muchas conversiones al catolicismo, que fue el motivo para que Eugenio enviara a los Oblatos a las Islas Británicas.  En 1845 había escrito una carta pastoral a su diócesis pidiendo oraciones para el éxito del regreso a la Iglesia Católica.

“Hace casi dos años, a invitación de un ilustre Prelado de Inglaterra, solicitamos sus oraciones para nuestros hermanos para que la gracia acelerara el avance de la verdadera religión en el imperio Británico, que recientemente ha visitado el cielo con una luz más viva y abundante”.

Luego Eugenio agradece las oraciones de sus fieles, pues han dado fruto.

“Con prontitud respondieron al llamado, con un testimonio que nos complace ofrecerles: hemos quedado impresionados al ver el celo verdaderamente católico y la ardiente caridad con la que se han  unido a nosotros, para lograr que los hermanos que el error nos había arrebatado, fueran devueltos a la comunidad de una familia espiritual, bajo un mismo pastor. El Señor les ha escuchado desde lo alto y a diario se alegra la Iglesia de ver volver a los hijos tan amados a los que lloraba desde hace tres siglos”.

El Movimiento Oxford apeló a los intelectuales de Inglaterra para explorar su fe y su expresión en forma más profunda, y esto es a lo que se refiere Eugenio:

A la luz del Padre, quienes pertenecen a lo que se puede llamar la élite de la ciencia y la virtud, reconocen el camino oculto por los prejuicios hereditarios, ingresan con generosidad, rompiendo con todos los intereses contrarios y apelan a la verdad, que buscan con amor sincero. ¡Que la obra de Dios prosiga trabajando en el interior de los espíritus, hasta su total cumplimiento! ¡Que llegue pronto el día en que una nación que ocupa un lugar tan grande en el mundo, una su mano a la nuestra para abarcar en un celo común las islas y los continentes, y devolverlos a la unidad de la misma fe, gracias a la poderosa influencia de los dos países! — Continúen sus oraciones, queridos hermanos, para que el futuro objetivo de tan magnífica esperanza, no tarde en ser concedido, y que el reino de Dios llegue a la tierra”.

Carta Circular del Obispo Eugenio a la gente de Marsella, Febrero 24, 1847, EO III Circular núm. 2

REFLEXIÓN

Dos siglos después, el Papa Juan Pablo II alentó a los cristianos:

«La Iglesia Católica abraza con esperanza el compromiso al ecumenismo como tarea de la consciencia cristiana alumbrada por la fe y guiada por el amor. Jesús mismo, a la hora de su Pasión, pidió  ‘que todos sean uno’ (Juan 17:21).  Esta unidad, que el Señor ha conferido a su Iglesia y en la que desea recibir a todos los pueblos, no es un agregado, sino el centro mismo de la misión de Cristo. No es tampoco un atributo derivado de la comunidad de sus discípulos, sino que pertenece a la esencia misma de esta comunidad”. ( Papa Juan Pablo II, Ut Unum Sint)

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