NADIE PUEDE SUFRIR SIN QUE RECONOZCAMOS A JESUCRISTO EN ELLOS

Al concluir su exhorto a ayudar a los irlandeses, Eugenio recalca que somos llamados a ayudar, no solo por motivos humanitarios, sino aun de mayor importancia, porque como miembros del Cuerpo de Jesucristo, cuando una parte sufre, todos los demás miembros se ven afectados.

“Demostremos a quienes lo ignoran que en todo el universo, la Iglesia católica está conformada por un cuerpo indivisible, del cual Jesucristo es la cabeza y nosotros los miembros; probémosles que nadie puede sufrir sin que reconozcamos a Jesucristo en ellos, sin que nadie que esté penetrado de su espíritu de caridad pueda decir como Pablo: “¿Quien de ustedes está en dolor sin que no lo esté yo mismo?”. ¿Por qué pues vendrán a distinguir a una nación de otra en la Iglesia católica?. “No existe distinción, dice el apóstol entre Judío y Griego, todos tienen el mismo señor, que es rico con todos cuantos le invocan”. “Han sido revestidos de Jesucristo, dice enérgicamente en otra parte el mismo apóstol, no hay entre ustedes ni Judío ni Griego, ni esclavo ni libre… Todos forman uno solo en Jesucristo”.

“… Dirijan pues, queridos hermanos, su espíritu compasivo y de caridad en ayuda de ese pueblo y serán recompensados también en esta vida”.

Carta Circular del Obispo Eugenio a la gente de Marsella, Febrero 24, 1847, EO III Circular núm. 2

REFLEXIÓN

“Veo a Jesús en todo ser humano y me digo, este es Jesús hambriento, debo alimentarlo.  Este enfermo es Jesús. Este con lepra o gangrena; debo lavarlo y cuidarlo.  Mi servicio proviene de mi amor por Jesús”. (Madre Teresa)

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