MISIONEROS TIBIOS Y MISERABLEMENTE IMPERFECTOS CUANDO SE TRATE DE HACER MILAGROS EN SU MINISTERIO MAYOR

Las expectativas y estándares de Eugenio eran muy altas para quienes se preparaban para el ministerio en los escolasticados (que aquí leemos como «Oblatos», diferentes a los Misioneros Oblatos, que eran quienes habían terminado su formación).

“Se lo he dicho a otros de tus hermanos, no puedo aceptar la disipación en un oblato. Ustedes no son ni colegiales ni siquiera seminaristas, y sin embargo hay seminaristas que tienen una mejor actitud que los oblatos. Nota también las consecuencias. Hace varios años que no llega un seminarista a la Congregación, aunque están a punto, y  precisamente porque están a punto, deberían ser atraídos por el ejemplo de sus virtudes”. 

En ese tiempo, los escolásticos Oblatos estudiaban con los seminaristas diocesanos.

“Para mí esto es una gran tristeza, pues temo que quienes no han querido ser fervorosos durante su tiempo de oblación, sean misioneros y religiosos tibios y miserablemente imperfectos cuando se trate de hacer milagros en su ministerio mayor. Inculquen bien esta verdad entre ustedes y teman siempre alejarse de las gracias predilectas de Dios, al no cumplir con lo que se les pide”. 

Carta al Hermano Charles Baret, en N.-D. L’Osier, Julio 17, 1847, EO X núm. 931

REFLEXIÓN

Palabras aleccionadoras de Eugenio que aplican a todos nosotros en cualquier situación de vida. Somos llamados a vivir y ser fortalecidos por las gracias especiales recibidas en nuestro bautismo y de forma constante a través de vivir nuestra fe.

«No se puede viajar hacia, poseer, ganar, desgastar o consumir la felicidad. La felicidad es la experiencia espiritual de vivir cada momento con amor, gracia y gratitud”.(Denis Waitley)

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