LA PREDICACIÓN SIN PREPARACIÓN PONE EN RIESGO LA OBRA DE DIOS

“Me agrada saber del bien que me dices hace el P. Rey, pero no pierdas de vista que hay que hacerle  seguimiento y cuidado especial. Procura que no deje de redactar sus sermones y exige que dedique todos los días algunas horas a este trabajo. Con gusto dejaría de hacerlo, comprometiendo la obra de Dios…”

Los Misioneros fueron fundados para ser predicadores del Evangelio y es por ello que Eugenio insistía en una adecuada preparación, no tolerando que algo estuviera por debajo del estándar. Al escribir al Padre Dassy, superior de un grupo de jóvenes Oblatos, remarca este punto.

“No le permitas pensar que solo hay un hombre de talento y experiencia como el Padre Hermitte, que pueda predicar, que no se haga excepción. Lo mismo para el P. Pulicani. No es conveniente que dedique todo su tiempo a los niños, que reserve una parte a escribir las instrucciones. Lo que menciono va también para el P. Chauliac, sé inexorable al respecto”.

Carta al Padre Louis Dassy  en Francia, Agosto 14, 1847, EO X núm. 937

REFLEXIÓN

¡Cuán importante es nuestro ministerio de predicación y qué responsabilidad tenemos ante la gente para darles lo mejor de nosotros!  La preparación del texto es lo más importante y Eugenio siempre recalcaba que nuestra predicación es a través de dar testimonio de la calidad de nuestras vidas.  Todos los miembros de la Familia Mazenodiana (no solo los sacerdotes y hermanos), somos evangelizadores en acción y ejemplo, a través de nuestro bautismo.

“No es útil caminar a cualquier lugar, a menos que nuestro andar sea nuestra predicación”  (Francisco de Asís)

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