LAS ORACIONES ME SALVARON DE LA MUERTE

Eugenio estaba familiarizado con las epidemias de tifo y cólera.  Conociendo la destrucción que ocasionaban, le preocupaban los Oblatos en Canadá, que atravesaban un brote de tifo.

“Esperaba con gran impaciencia mi querido hijo, una carta que me tranquilizara sobre tu salud y la de los nuestros. Supe por el P. Arudean, a quien escribió su madre, que los pobres irlandeses les llevaron una de las epidemias más peligrosas, y no sabiendo nada de ti, mi inquietud aumentaba cada día, aun sabiendo bien que al haber perdido el correo, debía esperar pacientemente la llegada del siguiente. Por fin recibí tu carta el 28…

Mientras tanto y desde las malas noticias, digo Misa a diario especialmente por ustedes, con una oración propia que hago rezar en todas partes, para lograr que el Señor les guarde.

Sé lo que valen las oraciones contra esa enfermedad y para todo, porque caí muy enfermo en 1814 y fueron las oraciones las que me salvaron de la muerte. La contraje entre los pobres prisioneros austriacos, y fue tan mala como la que han podido llevar a Canadá los irlandeses, extendiéndola por todas partes. Espero no dejarás de escribirme; un retraso me causaría una preocupación inexpresable y ya estoy demasiado angustiado.

No sé cómo hablarte de algo más, pero estoy apremiado por el tiempo, pues el correo sale hoy y debo enviar mi carta, si no quiero perder la salida del 1° de Liverpool”.

Carta al Padre Bruno Guigues en Canadá, Agosto 26, 1847, EO I núm. 87

REFLEXIÓN

«En la oración, vale más tener un corazón sin palabras, que palabras sin corazón”. (Mahatma Gandhi)

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