LA CONSAGRACIÓN DEL TRABAJO HUMANO A LA PROTECCIÓN DE ÉL, A QUIEN TODO DEBE RELACIONARSE

Al enfocarnos en los escritos de Eugenio a sus misioneros Oblatos, debemos recordar que también era al mismo tiempo el Obispo de la segunda ciudad más grande de Francia, por lo que estaba muy involucrado en todo lo que sucedía en ella.  Su contemporáneo y biógrafo, Rey, describe uno de esos momentos (en el florido idioma de la época).

En los primeros días de julio, una obra muy diferente recibió la coronación religiosa de manos del venerable obispo.  Fue invitado por el municipio de Marsella para bendecir el canal que llevaría agua del río Durance a la ciudad y sus suburbios. Quien conociera Marsella y sus alrededores antes de la inauguración, puede comprender la riqueza, fertilidad, frescura y belleza que el canal hizo posible. La ciudad se transformó, y Mons. de Mazenod apoyó con entusiasmo la creación de esta gran obra a través de su influencia, y feliz de ejercer su ministerio en favor de todos los que participaron, pero aún más, para promover la religión. 
La inauguración fue fijada para el jueves 8 de julio, un día de celebración solemne, con un clima magnífico y una enorme concurrencia. Todas las autoridades civiles, militares y administrativas llegaron al lugar, en la aldea de La Gavotte, cercana a Saint-Antoine, en la corriente descendente del magnífico canal del pasaje subterráneo de Notre-Dame: el agua ingresaría a Marsella desde este punto. Alrededor de las 7 de la tarde, el agua comenzó a llegar.  El Obispo ocupó el podio y con voz poderosa, dio un discurso que fue seguido por un aplauso estruendoso. Solo citaremos el principio y el final de su discurso:

«Caballeros, fue digno de los hombres llamados a representar el espíritu de una ciudad eminentemente cristiana, el pedir el apoyo de la religión para solemnizar uno de los días más memorables en la historia de Marsella.  Han seguido un feliz pensamiento digno de alabanza al desear invocar con nosotros el nombre del Señor sobre la magnífica obra de su visión de futuro y preocupación de tantos años.
Este homenaje al cielo de un gran proyecto ya casi completado y la consagración del trabajo humano a la protección de Él, a quien todo debe relacionarse, da a su hermosa tarea la figura de un homenaje religioso, el más noble y puro, el mejor sustentado, el único que siempre cuenta con la mejor inspiración”. 

Rey Volumen 2 pp. 255-256

REFLEXIÓN

Si el Señor no edifica la casa,
En vano trabajan los que la edifican;
Si el Señor no guarda la ciudad,
En vano vela la guardia.
Salmos 127:1

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