VISITA A ROMA

En nuestro análisis cronológico de la vida y escritos de San Eugenio, encontramos que en julio de 1847 hubo de ir a Roma por dos motivos.  El biógrafo Rey nos narra:

«El 11 de julio, Mons. de Mazenod salió de Marsella a bordo del navío a vapor Sésostris. El motivo principal de este viaje fue la insistencia de toda su familia de bendecir el matrimonio de su única sobrina, la Srita. Césarie de Boisgelin con el Sr. Marqués de Damas, quien vivía con su madre en  Albano.  Mons. d’Isoard, sobrino del Cardenal d’Isoard, quien falleció en París en octubre de 1839 y gran amigo de ambas familias, fue el devoto y talentoso intermediario del matrimonio. Mons.
de Mazenod no pudo rechazar la solicitud de todos y su absoluta devoción a los intereses de la Iglesia fue un poderoso aliciente para su afecto paternal hacia su sobrina.  El P. Jeancard lo acompañó y salieron ‘bajo el cuidado de Dios y nuestra buena Madre».

Rey narra, que después de la boda:

«Al volver a Roma solicitó una audiencia con el Papa, que fue concedida el mismo día. El Santo Padre le dedicó una hora y quince minutos, tratándolo con un afecto extraordinario, incluso abrazándolo afectuosamente”.

Eugenio escribió respecto a los varios temas que debía tratar con el Papa Pío IX:

“Reconozco que me conmovió particularmente su verdadera consideración pontificia y no puede evitar expresar mi admiración por el Papa. Me conmovió hasta lo más profundo, por lo que pedí al Santo Padre su permiso para dar a conocer esta circunstancia verdaderamente notable en la historia de esta polémica.  Sin embargo, no repetiré todo lo dicho en tan memorable audiencia. 

Siento haber cumplido con mi deber como Obispo en presencia del jefe de la Iglesia, quien me trató como hermano desde el principio, cuando me pidió no arrodillarme ante él, y a lo largo de toda la sesión, cuando me abrazó con afecto, llevándome a su corazón y expresando su deseo de verme de nuevo antes de dejar Roma, pues le había comentado que había venido a bendecir el matrimonio de mi sobrina…

El Santo Padre estuvo encantado de conocer a un obispo francés con quien pudo hablar tranquilamente en italiano”.

Rey II páginas 212-214

En los días que pasó en Roma después del matrimonio, Eugenio se reunió con varios Cardenales para comentar las polémicas respecto a la Iglesia en Francia.

REFLEXIÓN

Se describía a Eugenio por tener un corazón tan grande como el mundo: un corazón abierto a Dios y en Dios al responder a todos los aspectos del mundo y sus necesidades.

«Dios no comienza por pedir tus aptitudes, sino solo tu disponibilidad; y si probamos nuestra confiabilidad, Dios aumentará nuestra capacidad”.  (N. Maxwell)

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