SOLO LA CARIDAD MUEVE A ESAS HERMOSAS ALMAS INSPIRADAS POR LA RELIGIÓN Y ENVIADAS POR SU PASTOR

Eugenio ejercía su autoridad como obispo de Marsella para conseguir ayuda para las víctimas del cólera, donde los lideres seculares no tenían éxito.  Al responder a la preocupación que el Vaticano había expresado, Eugenio escribió al Obispo Barnabo:

 

“Su última carta llegó a Marsella cuando me encontraba fuera de la diócesis.  Debí volver de prisa a causa de la epidemia de cólera, y he estado tan ocupado que apenas he tenido tiempo de respirar. El azote cae siempre sobre mi pobre Marsella, y a pesar de las 80,000 almas que han abandonado la ciudad, contamos todavía de 30 a 40 víctimas a diario por esta terrible enfermedad. Como los centros de asistencia compuestos solo por hombres que cuidan de los enfermos por celo u otros motivos han sido frecuentemente para mí objeto de inquietud cuando eran llamados para las personas del otro sexo, he formado varios centros formados únicamente por mujeres, encargadas en adelante de la atención caritativa a las afectadas del cólera. Estoy muy complacido de haber tomado esa medida. Sólo la caridad mueve a esas hermosas almas inspiradas por la religión y enviadas por su Pastor, cuando antes, la filantropía organizada por el laicismo no sabía reprimir el vicio que se ocultaba debajo”.

Carta al Obispo Barnabo, Secretario de la S. Congregación de Propaganda Fide, Octubre 8, 1849, EO V núm. 11.

REFLEXIÓN

«La mayor necesidad en el mundo es la de personas que no sean compradas ni se vendan; que en el interior de sus almas sean integras y honestas; personas que no teman llamar al pecado por su nombre real y cuyas conciencias sean tan apegadas a su deber como la aguja a la brújula; personas que defiendan al bien, aunque se caiga el cielo”.  (Ellen G. White)

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