ME POSTRO EN ESPÍRITU A SUS PIES; BENDIGO A DIOS POR HABERLOS ELEGIDO COMO INSTRUMENTOS DE SU GLORIA Y MISERICORDIA

“Si pudieras leer las cartas que recibo de Oregón, tendrías lágrimas como yo, ante los sufrimientos y las privaciones que sufren nuestros queridos Padres en esa misión. Sus manos están desolladas por la labranza de la tierra que tienen que cultivar, no para conseguir el pan que les falta, sino las patatas necesarias para subsistir. Necesitarían dos mil francos para conseguir un criado y no tienen con qué pagar el correo para las cartas que les enviamos. Se ven obligados a derribar con sus manos árboles antiquísimos; viven entre los Indígenas, continuamente expuestos a toda clase de peligros y a perder la vida. Los admiro y me postro en espíritu a sus pies; bendigo a Dios por haberlos elegido como instrumentos de su gloria y misericordia”.

Carta al P. Ambroise Vincens en N. D. de L’Osier, Octubre 12, 1849, EO X núm. 1024

REFLEXIÓN

Con Eugenio, también nos inclinamos en admiración por todo lo que nuestro Salvador ha hecho y continúa realizando a través de nuestros cooperadores a quienes ha llamado a su misión.

«De entre nuestra gente, la Iglesia necesita desesperadamente ministros cercanos a la vida común de los laicos, que compartan la vida y dificultades de las personas comunes y comprendan sus penas, a través de una estrecha experiencia personal”.   (Roland Allen)

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